Anastasios Kasparidis encontró tres de sus ovejas muertas por un oso en el pueblo de Levea, lo que le llevó a encerrar al resto para protegerlas.Las poblaciones de oso pardo y lobo han aumentado en el norte de Grecia debido a las prohibiciones de caza, lo que provoca encuentros más frecuentes entre humanos y fauna silvestre que han causado heridas y muertes.Las autoridades locales y expertos piden extender las temporadas de caza y medidas no letales para gestionar el aumento de jabalíes y depredadores, destacando la pérdida de hábitat y la invasión humana como factores clave.