Martin Bauch y Ulf Büntgen encabezaron una investigación que indica que una serie de enormes erupciones volcánicas en 1345 contribuyó significativamente a la propagación de la peste negra.Los investigadores de Alemania y UK analizaron núcleos de hielo de Groenlandia y el Ártico, así como anillos de árboles de los Pirineos, para reconstruir el clima anterior a la pandemia.Sus hallazgos, publicados en "Communications Earth & Environment", muestran que veranos fríos y húmedos en 1345-1347, causados por emisiones de azufre volcánico, provocaron un marcado enfriamiento atmosférico.