Estados Unidos estudia nuevas normas que ampliarían de forma drástica los controles digitales sobre turistas, estudiantes, trabajadores y periodistas, exigiendo hasta diez años de direcciones de correo electrónico y cinco años de historial en redes sociales, además de numerosos números de teléfono, datos familiares y metadatos que podrían influir en las decisiones sobre ESTA y visados. Críticos como Ben Rapp, Jeramie Scott, Patrick Eddington y Amund Trellevik califican estas verificaciones como una gigantesca operación de pesca de datos que permite una amplia elaboración de perfiles basada en AI, con riesgo de represalias por parte de socios europeos y un posible efecto disuasorio sobre los viajes a Estados Unidos antes del Mundial en Estados Unidos, México y Canadá.Donald Trump y los partidarios de la iniciativa sostienen que un escrutinio más profundo de los datos de redes sociales y comunicaciones es necesario para impedir la entrada de las “personas equivocadas”, pero defensores de la privacidad y viajeros afectados replican que un proceso opaco e imprevisible puede castigar discursos legales y actividades profesionales, como ilustra la denegación inexplicada del visado a Trellevik pese a un contenido en línea mayoritariamente inocuo. Las medidas, elaboradas por el Department of Homeland Security y la US Customs and Border Protection y ahora en fase de consulta pública, refuerzan las normas vigentes desde 2019 sobre declaración de cuentas en redes sociales y podrían obligar pronto a millones de visitantes a ceder un amplio acceso a su vida digital a cambio de la mera posibilidad, no la garantía, de entrar en el país.